Un bostezo es la acción incontrolada de abrir la boca, con separación muy amplia de las mandíbulas, para realizar una inspiración profunda a la que sigue una espiración de algo menos de lo inhalado, con cierre final. Cuando se bosteza, además, se estiran los músculos faciales, se inclina la cabeza hacia atrás, se cierran o entornan los ojos, se lagrimea, se saliva, se abren las trompas de Eustaquio del oído medio y se realizan muchas otras, aunque imprecisas, acciones cardiovasculares, neuromusculares y respiratorias.
Es una acción común entre los animales vertebrados. Los mamíferos y la mayoría del resto de animales dotados de columna vertebral bostezan, incluyendo peces, serpientes, tortugas, cocodrilos y aves.
De la mayoría de los mamíferos, son los machos los que más bostezan; sólo en la especie humana ambos sexos bostezan con igual frecuencia.
En un principio no se tapaba la boca con toda la mano, sino que al bostezar se hacía simplemente la señal de la cruz sobre ella, y esto se hacía así porque era una manera de evitar que el diablo, a través de la boca, entrara en el cuerpo y permaneciera en él como si fuera su hogar. Este gesto por cierto, lo hacían generalmente las madres con sus bebés. Poco a poco la costumbre fue pasando a niños más mayores, posteriormente a adolescentes y jóvenes, y así hasta llegar a los adultos. Con el paso de los años y una mayor concienciación acerca de la imagen personal y de la higiene, se estableció tapar por completo la boca en lugar de realizar la señal de la cruz. Y así ha quedado hasta nuestros días. Curiosamente, muchos ignoran el primer sentido de este gesto, impedir que el diablo entre en nosotros, y con el paso de los años se modificó hasta ser un gesto totalmente social.